En las parejas homosexuales los roles no están tan marcados ni tan determinados como en muchas parejas heterosexuales. Las tareas del hogar, la administración económica, los detalles de la vida en común se reparten, por lo general, en función de los gustos, habilidades y oportunidades de cada quien; no existen labores propias ni del hombre ni de la mujer. Aunque debemos reconocer la tendencia actual entre muchas parejas heterosexuales de que los roles no estén tan estereotipados como antes; la necesidad de que ambos trabajen ha cambiado las cosas, y ya no tiene tanto peso ese tipo de convencionalismos sociales.
Por otra parte, la sociedad no acostumbra validar igual a una pareja homosexual que a una heterosexual. Como dijo Don Clark en su libro Loving someone gay (Amando a un gay),en una reflexión acerca de cómo se hacen evidentes en nuestro lenguaje estas diferencias: “Se da por hecho que en una pareja homosexual hay conflicto, así como también se da por hecho que una pareja heterosexual es indisoluble. Cuando la gente ve a una pareja gay pregunta: “¿Cómo van?”, “¿Siguen juntos?” pero cuando ven a una pareja heterosexual preguntan; “¿Cómo están?”, “¿Qué hay?” indiscutiblemente somos nosotros mismos los que queremos verlos distintos, aun cuando no lo son.
Otro error muy común es pensar que ser gay es una etapa de la vida, es decir, cuando se es joven. Ser homosexual tiene que ver con una identidad y un sentimiento, no con un periodo de vida. El común de la gente descubre desde edades muy tempranas que es heterosexual, se enamora del maestro o la maestra, del compañero(a), de la vecina(o), etc., y este sentimiento de atracción por el otro sexo no se le quita conforme va creciendo, ¿0 sí? Lo mismo pasa con la homosexualidad.
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